A la espera
La “gran recesión” del 2008 acabó, pero no la crisis de endeudamiento que la originó. Al revés, el mundo, según el último informe del FMI, está más endeudado hoy que hace 10 años, solo que los tipos de interés tan bajos o nulos, maquilla de manera forzada la realidad.
El monstruo de los desequilibrios macroeconómicos, básicamente producidos por el exceso de endeudamiento global, irá emergiendo periódicamente, como ya lo hizo a principios de este año. Tarde o temprano el monstruo aparecerá otra vez y de verdad.
La recesión, sobretodo en España, se solucionó en gran medida aumentando nuestra competitividad exterior a base de rebajas de costes salariales internos, lo cual es una bomba de relojería. Desde 2009 los salarios han perdido poder adquisitivo. En cambio quienes en 2009 tenían activos financieros o activos inmobiliarios, han aumentado su riqueza de forma considerable. La diferencia se ha ampliado entre unos y otros y de momento gracias al fenómeno del “low-cost” el conflicto social no es patente. Se puede volar a Londres por pocos euros, ir a hoteles o restaurantes con descuentos considerables, la economía colaborativa permite a personas de rentas medias disfrutar de experiencias inimaginables pocos años atrás. Aparentemente con mismos salarios podemos hacer más cosas. Pero eso también tiene un límite. La brecha que se ha abierto en estos 10 años debe disminuir, si no, el conflicto latente puede explotar con virulencia si llega otra recesión.
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