Pasó lo irremediable. En pocos años, el Banco Popular (el más rentable del mundo bajo el mando de los hermanos Luis y Javier Valls) pasó, después de la muerte del primero en 2006, a manos de una nueva dirección que lo ha llevado a una lenta agonía. Ha pasado de valer 20.000 millones de euros en 2007 a no valer nada diez años después.
El 7 de julio de 2017 el FROB, en una estocada certera y rápida, implementa el dispositivo de resolución del Banco Popular Español SA, aprobado por la Junta Única de Resolución. Es decir, el Mecanismo Único de Resolución creado por la Unión Europea en 2014 actúa con celeridad y discreción e interviene el banco dejando su valor en cero euros.
El mismo día se acepta la oferta de Santander de adquirir el Banco Popular por 1 euro. Es decir, el Banco Santander lo compra al Mecanismo Único de Resolución europeo, no a los antiguos accionistas.
El matiz es importante
El matiz es importante, ya que los antiguos accionistas, que seguro plantarán batalla legal, en primera instancia lo harán contra el Mecanismo Único de Resolución, no contra el Santander. El hecho cierto es que los antiguos accionistas ese día 7 de julio no perdieron nada, pues nada valían ya en realidad sus acciones. El tema será dilucidar quién es responsable de esa pérdida de valor. El Santander por supuesto que no.
El Banco Popular ha sido la triste historia de un gran buque, con una extraordinaria tripulación cuyos mandos no estuvieron a la altura. La resolución final es la mejor posible dada la inminencia del hundimiento. El Santander mantiene a flote el banco, sin haber utilizado, de momento, fondos públicos como sí se hizo con Bankia y más recientemente con el Monte dei Paschi en Italia.
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