Del sol brillante a la inevitable tormenta.
Xavier Puig, Director de los programas “In-company” de Banca y Finanzas de la UPF-Barcelona School of Management, explica por qué el panorama económico mundial ha pasado, en tan solo un año, de ser “una primavera económica” a la posibilidad de que exista una nueva crisis.
Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI, hace un año hablaba de “reparar el tejado ahora que brilla el sol”. Hace seis meses, avisó de “la presencia de nubes de riesgo en el horizonte” y hace pocos días tituló su discurso “Al timón, no a la deriva” aclarando que “timonear el barco significa crear más espacio para reaccionar cuando se produzca, inevitablemente, la próxima desaceleración económica.” Una recesión y crisis financiera que, por cierto, Roubini y Rosa han anunciado para 2020.
¿En qué ha cambiado el clima económico mundial para pasar, en tan solo un año, de un sol brillante a una inevitable turbulencia?
Básicamente en dos factores con efectos multiplicadores:
Primero: Las amenazas de Trump se han hecho realidad en mayor medida de lo que se creía y se están creando barreras comerciales de verdad.
Y segundo: Los niveles de deuda han alcanzado nuevos máximos en las economías avanzadas y emergentes. Según los últimos datos del FMI, a octubre de 2018, la deuda mundial —tanto pública como privada— ha registrado un récord histórico y se sitúa en 182 billones de dólares, lo cual representa un incremento del 20% respecto al mismo cálculo hecho por el FMI en octubre de 2016 y un 60% respecto a la deuda mundial en 2007.
En definitiva: Menos comercio y más deuda. Las economías más expuestas al comercio internacional y más endeudadas serán las más vulnerables a un endurecimiento de las condiciones financieras, que ya han llegado a Estados Unidos y que pronto llegarán a Europa y a los flujos negativos de capitales.
Muchas gracias por la información