El primer índice bursátil del mundo creado en 1884 por los señores Charles Dow y Edward Jones, fundadores del Wall Street Journal, estaba formado por once valores, de los cuales nueve eran acciones de empresas de ferrocarril.
El ferrocarril era la panacea. Mercancías, personas e ideas podrían moverse mejor y más rápido y ello hacía prever cambios drástivos en la sociedad. Era una gran revolución. Sin embargo, la mayoría de empresas de ferrocarril quebraron poco después. El boom del ferrocarril de finales del siglo XIX arruinó a la mayoría… pero nadie pone en duda que el ferrocarril, como concepto, fuera y continúe siendo un éxito. El transporte nunca más volvió a ser como antes.
A principios del año 2000, la empresa Terra valía más en bolsa que el Banco de Santander. Cualquier empresa puntocom, aun perdiendo dinero, valía una fortuna. La red haría cambiar las relaciones personales y profesionales, y con ello, la forma de hacer negocios. Era una gran revolución. Pero a partir de marzo del año 2000, la mayoría de esas empresas quebraron o desaparecieron lentamente.
Las acciones de Terra, que llegaron a cotizar por encima de 150 €, acabaron valiendo 2 € antes de salir de bolsa. El boom de las puntocom de finales del siglo pasado arruinó a la mayoría… pero nadie pone en duda que la irrupción de Internet, como concepto, haya sido un éxito. Las relaciones entre empresas y personas nunca más han vuelto a ser como antes.
En la actualidad, la formación online está en pleno boom, revolucionando el sector académico. Nada será igual en el futuro en este campo. Conceptos como TIC, blended, plataformas de aprendizaje, e-learning 2.0, MOOC, etc. nos invaden. Todo va muy rápido y es difícil separar el grano de la paja. La mayoría de proyectos fracasarán… pero nadie pone en duda que la formación online, como concepto, sea un éxito.
La formación nunca más volverá a ser como antes. La formación online ha venido para quedarse y liderar los procesos formativos presentes y futuros, pero por el camino dejará muchos cadáveres. ¿Qué hacer para estar, como institución de formación, en primera línea de esta revolución sin verse sobrepasados por este tsunami que hará desaparecer a muchos actores del sector?
No lo sé.
Como profesional de las finanzas, tengo cierta experiencia en la crisis de las puntocom de finales del siglo XX (no tengo ninguna sobre la burbuja de ferrocarriles, ¡no tengo tanta juventud acumulada!, como le gusta decir a mi amigo Oriol Amat). En aquella ocasión nos salvamos, y entre los años 2000 y 2003 obtuvimos beneficios mientras las bolsas encadenaban tres años de pérdidas abultadas. ¿Qué hicimos? Mantener el sentido común en un entorno nada propicio para ello sin dejar de tener la iniciativa.
Es la única receta que se me ocurre: intentar mantener el sentido común ante la avalancha a la que está sometido el sector de formación respecto a la formación online, pero sin dejar de tener iniciativa propia. La pasividad es causa segura de defunción. Estamos en un río turbulento, nada transparente y con una gran fuerza. Debemos avanzar manteniendo el rumbo con la mayor serenidad posible, actuando y decidiendo en cada momento qué hacemos y, sobre todo, qué no hacemos.
En concreto, creo que hay cinco ideas básicas sobre formación online que hay que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones:
1. El concepto de formación no ha cambiado. Han cambiado las formas de cómo adquirir conocimientos y también los hábitos de las personas que desean adquirir esos conocimientos. Las necesidades de aprendizaje pueden verse aumentadas (y de hecho lo hacen y lo harán) tanto por la ampliación de las personas susceptibles a recibirla, como por los contenidos diversos que aumentan el abanico de nuevas materias, campos, habilidades, técnicas, etc. Sin embargo el concepto no cambia: las personas quieren adquirir conocimientos de la forma más eficiente posible. Eso es lo que sí ha cambiado gracias a las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC): la posibilidad de aumentar la eficiencia en el proceso formativo.
2. La formación online, heredera de la formación a distancia, se basa en el uso intensivo de las nuevas tecnologías, de las TIC. El objetivo es ser más eficiente en la transmisión de conocimientos. El reto es conseguir que los participantes aprehendan mejor esos conocimientos gracias a esas nuevas tecnologías. Creo que en general se ha hecho más hincapié en mejorar la transmisión que la recepción del conocimiento.
3. La no presencia y la asincronía, en mi opinión, no son las cualidades primordiales de la formación online (también lo eran en la educación a distancia), lo diferencial son las inmensas posibilidades pedagógicas que ofrecen las nuevas tecnologías a través de Internet. En este campo seguimos todos aprendiendo. Aceptémoslo. Pero vayamos introduciendo innovaciones tecnológicas en nuestros programas formativos para, justamente, seguir aprendiendo y avanzar.
4. Las habilidades necesarias para ser un buen docente presencial no son las mismas que necesita un buen docente online y los elementos necesarios para hacerlo con calidad son complejos y variados. Hemos pasado del profesor magistral (comunicación oral) al gestor de herramientas y productos tecnológicos (comunicación escrita y audiovisual). Y este paso no es trivial. Sin embargo, así como la predicción de que la televisión acabaría con la radio y el cine no se cumplió, tampoco la predicción de que la formación online acabaría con la formación presencial se ha cumplido, ni parece que se cumplirá. Ambas se complementan y, por lo tanto, tendrán que adaptarse mutuamente a esa convivencia en los procesos formativos.
5. En la formación online no solo hay docentes. Se necesitan otros profesionales tan importantes o más que los académicos. Las empresas tecnológicas compran contenidos para llenar sus caras y complejas plataformas y las instituciones de formación compran soluciones tecnológicas para que sus contenidos puedan llegar mejor a los participantes de sus programas. ¿Quién es proveedor de quién?
Sector informático
No puedo más que acordarme cómo en la década de 1980 el dominio del sector informático lo tenían las empresas de hardware (IBM, HP, etc.), que contrataban a informáticos como proveedores para desarrollar los programas utilizados por los equipos que fabricaban.
Microsoft revolucionó el sector y, paradojas del destino, ayudado por IBM cambió las relaciones de dominio y las empresas de software pasaron a dominar el sector, contratando empresas de hardware como proveedores de equipos informáticos. En el sector de formación, las instituciones académicas difícilmente podrán liderar la formación online sin entender este cambio. O bien realizan inversiones importantes en tecnología y producción audiovisual o bien forman alianzas con empresas especializadas en TIC.
Flaubert ya nos advertía de que «la vida debe ser continua educación». ¡No sabía hasta qué punto acertaba!
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