Xavier Puig, economista y profesor de la UPF Barcelona School of Management, se cuestiona si estamos aprovechando el momento para realizar los necesarios ajustes en nuestra economía o simplemente nos alegramos con cada nueva dosis, esperando la siguiente.
Los mercados piden a los bancos centrales más madera y éstos se la dan. Y una sensación de alivio recorre las plazas financieras. Y a mi me viene a la memoria la frase de Tagore “el hacha del leñador le pidió al árbol el mango y el árbol se la dió”.
Los bancos centrales, con su extrema generosidad, alivian los problemas de los mercados. Pero agraban los suyos propios. Más dosis de droga provoca una momentánea euforia al adicto, pero no solo no lo cura si no que aumenta el grado de dependencia.
Los bancos centrales lo saben
El círculo vicioso de excesivo endeudamiento, pobre crecimiento económico y deflación no se rompe con más dinero virtual. Los bancos centrales lo saben. Entonces, ¿por qué lo hacen? Sencillo, para darnos tiempo. Solo nos ofrecen tiempo para que actuemos. Saben que, tarde o temprano, todas las crisis de endeudamiento acaban igual. Con quitas, más o menos importantes, pero mientras lleguen es necesario prepararse para minimizar su efecto.
Los ajustes deben producirse antes de que el tablero financiero se mueva traumáticamente y la partida vuelva a empezar. La pregunta es, ¿estamos aprovechando este tiempo precioso que nos regalan los bancos centrales para realizar dichos ajustes en nuestra economía? O ¿simplemente nos alegramos con cada nueva dosis o esperando la siguiente?
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